Por Giovanni Contero
En el año 2001, el director de origen francés Jean-Pierre Jeunet estrenó la pelÃcula romance Amélie. Este filme abre con un largo montaje en donde se da un vistazo a los hábitos de una pequeña Amélie Poulain, y como la misma reacciona a su entorno. En dicho montaje siempre nos mantenemos cerca de ella, declarando una visión Ãntima hacia el personaje, esto brinda la pauta a la perspectiva que se mantendrá a lo largo del metraje.
Amélie se rodea de amigos imaginarios quienes le brindan compañÃa, amigos que podemos ver en la pantalla; una señal cautelosa que nos narra lo solitaria que es esta mujer. Luego de tratar darle más movimiento a su vida, Amélie Poulain encuentra a Nino, del cual se enamora a primera vista, delatando al espectador su incesante corazón.
Todos estos recursos marcan un estilo que permite adentrarse (literalmente) a la protagonista de esta historia. Irónicamente, recursos fuera de lo de real que hacen percibir la historia como mucho más verdadera, tal como lo habrÃa dicho André Bazin en su texto ¿Qué es el cine?
Bazin, crÃtico francés de cine, manifestó cómo “realidad”, al punto de vista ligado a la interpretación personal de un ser humano, misma que podÃa reemplazar lo real provocando que el espectador sienta cercana la experiencia cinematográfica que ya no se desarrolla únicamente dentro de las limitaciones del mundo fÃsico.
Es decir, Jean-Pierre Jeunet trabaja desde ese realismo que detalla André Bazin, desde una representación de los sentimientos y las emociones de su protagonista para poder hacer de Amélie una experiencia conjunta entre ella y el espectador. Esta pelÃcula sirve como prueba de que entre más artificio existe más cerca del realismo se puede estar.